07 enero 2015

Sobre la disciplina en las aulas.

Los estudiantes ven en la figura del profesor
un manipulador ansioso por quitarles la libertad
El término disciplina suele asociarse con castigo, rigor, cosa obligatoria. En una sociedad como la nuestra, donde los grupos de poder han instaurado una cultura represiva, ser disciplinado significa ser obediente a las órdenes de un superior, con acatamiento inmediato y sin objeciones de conciencia.

El aspecto represivo del término se refuerza con la forma tradicional de la ideología cristiana, que con su praxis inquisitorial propone que el remordimiento y el sentimiento de culpa acompañen todo posible desacato a la figura de autoridad. El objetivo es eliminar todo posible acto de subversión contra el orden establecido. Estamos pues, en una sociedad donde la disciplina es entendida en un sentido negativo.

Es comprensible que, aplicada en el ámbito educativo, se entienda que ser disciplinado significa ser sumiso y complaciente ante cualquier orden, bajo el supuesto de que ello es lo correcto y el pensamiento autónomo es algo a destruir. Por obra de la educación formal, los estudiantes ven en la figura del profesor un manipulador ansioso por quitarles la libertad y en la de los estudiantes aplicados a un chupamedias.

Sin embargo, existe un significado más moderno de disciplina. Aquella que involucra un compromiso fuerte y personal con principios asumidos criticamente. Es el que considero el más adecuado e importante de difundir en las aulas de clase. Los seres humanos debemos asumirnos como radicalmente iguales en dignidad, merecedores del mismo respeto, el cual debemos de exigir, so pena de perder lo más fundamental de nuestra esencia. Las sugerencias de cambio son atendibles, pero sólo la posición personal (o asumida libremente en algún colectivo) determina a qué principios nos aunamos.

La disciplina en ese sentido es la autoexigencia de cumplir con dichos principios. Algo que se desarrolla en el proceso de toda la vida, de cuyos logros se considera que depende el éxito personal e incluso nuestro valor como seres sociales. En el proceso educativo, es importante inculcar la comprensión de la importancia para la propia vida de la puntualidad, organización, planificación, etc., independientemente de metas ajenas a los intereses objetivos de cada persona.

En conclusión, si la sociedad debe apuntar a estadios más justos en la historia, entonces es fundamental fomentar en la educación una disciplina consciente, que permita construir personas libres y con respeto por los demás.